“El sufrimiento, es uno más entre nosotros”
- seminaristas 4.0
- 27 nov 2019
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 12 dic 2019
Hoy en día nos movemos bajo la crítica y las opiniones para argumentar, refutar y creer que tenemos la razón en muchos temas. Todos lo creemos, que lo que hacemos (medianamente) está bien y que tomamos las decisiones correctas. Y a su vez, nos cuesta muchas veces ponernos en la piel del otro, hasta que no nos toca de cerca.
Pero el problema es ese, la cuestión es cuando viene y nos toca de cerca. Ese monstruo que por desgracia siempre esperas, pero que no quieres ni ver y que de repente aparece sin avisar: un tío que le acaban de diagnosticar un cáncer terminal. Un amigo que ha tenido un accidente de coche y está en coma. Tu vecina de toda la vida que le han pillado una enfermedad rara a tiempo y tienen que amputarle una pierna para salvarla.

Muchas veces nos ponemos a pensar... “¿Porqué a mí? ¿Porqué me tiene que estar pasando esto?” Cruzamos los dedos e incluso rezamos para que todo salga bien, para que la cosa se solucione. ¿Pero qué pasa cuando no hay solución? ¿Cuándo no hay marcha atrás? Lloramos y sufrimos con la peor y más difícil de las decisiones: la eutanasia.
Para afrontar la eutanasia, no creer en Dios te ayuda. Mucho. Porque para un creyente, el quitarse la vida voluntariamente no tiene sentido. Se explica a partir de las palabras de Pablo, seminarista del Redemptoris Mater de Castellón:
“Yo pienso que la eutanasia tiene sentido tanto en cuanto no tienes un Dios. Si tú crees en un Dios, la eutanasia como tal no tiene sentido. Si no tienes ninguna creencia religiosa, es absolutamente lógica”.
Ese gran monstruo del que hablábamos antes, lleva consigo otro problema: el sufrimiento. Los cristianos piensan que el sufrimiento te ayuda a madurar porque te hace más fuerte, pero a su vez, puede ser muy complejo.

El sufrimiento que se da en situaciones complejas, como el diagnóstico de una enfermedad, conlleva a la comprensión de que eres partícipe del sufrimiento que tuvo también Jesús, en ese caso, por todos. Te une más al señor, no lo hace para perjudicarte. Lo que debes hacer es paliar ese sufrimiento y dejar que la muerte llegue por su propio pie.
“Hay un derecho a la vida y si tú rechazas ese derecho, te llega la muerte. El cristiano lo vive tal que así: si te quitas la vida (o decides que te la quiten por ti) estás rechazando el don que te ha dado Dios de la vida. Que es un don precioso, si se vive”.
Pero volvemos a lo de antes. Hasta qué punto decido o no rechazar ese “don divino” de la vida, si mientras la vivo, sufro. ¿Para qué seguir con ese sufrimiento? Acabo con mi vida y ya está, rechazo el tratamiento. Para Pablo, eso sería suicidarse, lo mismo que la eutanasia.
“Si Dios nos dice cuando vivir, también nos dice cuando morir. Pero como nosotros no hemos decidido cuando vivir, no decidimos tampoco cuando morir”.
Comentários