José: “Pasar de “normal” a meterte a cura, es raro”
- seminaristas 4.0
- 11 mar 2019
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Castellón, 1993. Desde magisterio infantil a ser seminarista. Pasando por varias crisis de fe, desconfianza por parte de la sociedad, pero con el apoyo de su familia. José sigue con sus estudios para conocer más y llegar a Dios.
PREGUNTA. ¿Por qué y cómo empezaste como seminarista?
RESPUESTA. Empecé el seminario con 20 años, mi inquietud venía de antes y con 20 años me decidí, después de un proceso de pensar. Pertenezco al Camino Neocatecumenal que es una iniciación cristiana, una forma dónde aprendes a ser cristiano. Pertenezco desde que nací, porque mis padres pertenecen también y empecé mi vocación desde pequeño. Soy un joven que antes de entrar aquí, tenía una vida como cualquier joven. Estudié magisterio infantil en la UJI. Sin embargo, siempre he tenido la inquietud de vocación, y por eso decidí entrar en el seminario.
P. ¿Cómo se tomaron tus padres y tu entorno la decisión de entrar en el seminario?
R. Mi familia se lo tomó muy bien, porque ellos son cristianos. Están contentos. Formo parte de un seminario internacional y misionero, donde viene gente de todo el mundo. Yo soy el único chico de Castellón. Y cuando me metí, estaba en cuarto de carrera y mis amigos de la UJI fliparon un poco. Porque pasar de “normal” a meterte a cura, es raro. Pero aun así, en mi ámbito social y mi familia no he tenido rechazo, sólo por parte de la sociedad hacia la Iglesia y hacia mí por ser cristiano.

P. Por todas estas razones, por este rechazo hacia la Iglesia, por la no aceptación que a veces has padecido por parte de tu ámbito social, ¿has tenido nunca una crisis de fe en la que te hayas planteado la posibilidad de dejar el seminario?
R. Sí, muchas. Tuve una crisis muy fuerte. Yo soy el quinto de una familia de diez hermanos, y desde pequeño creía que mi padre prefería a mi hermano antes que a mí. Por eso, era muy exigente conmigo mismo, tenía que superarle. Él era pintor, artista, más abierto hacia la gente, y a mí me costaba más. Yo era más acomplejado y siempre he vivido una exigencia increíble en mi juventud. Ésto sí que me ayudó en los estudios, ya que fui el mejor de la clase. Me exigía ser un buen hijo y sin embargo, no era feliz. Tenía un vacío existencial que he intentado llenar con una sexualidad desordenada, los estudios, actividades… Pero tampoco me saciaba. Estando en la universidad, empecé a tener ansiedad y no sabía por qué. Me fui de casa y me puse a trabajar. Hasta que hubo un momento en mi vida que escuché la frase: “José, Dios te quiere tal y como eres, y para que Dios te quiera no tienes que hacer nada”. Eso era nuevo para mí: había alguien que me quería en mis pecados, en mis complejos, en mi sufrimiento. A esto se le llama “anuncio del amor de Dios” y a mí me traspasó. Esta es la crisis de fe que tuve, pero en ella me encontré con Jesucristo y el amor de Dios. Por esta razón, para mí tiene sentido vivir la castidad en el celibato, aunque esto me crea un vacío, ya que a mí me gustan las mujeres. Sin embargo, yo me ofrezco a Dios y estoy contento. Me está enseñando a creer en mí mismo, a poder ofrecer mi vida por los demás.
P. Y además de la castidad, ¿has tenido que decir que no a ciertas cosas que te han dolido y que eran habituales en tu vida anterior al seminario?
R. Los primeros años del seminario pensaba que había renunciado a muchas cosas , a mi familia, a mi carrera (porque a mí me encanta cuidar a los niños), a poder tener una familia. Pero conforme pasan los años, me doy cuenta de que no he renunciado a nada, Al contrario, a mí el seminario me está dando muchísimo. Antes tenía un conflicto muy grande con mi padre, no podía hablar con él y además, tenía la envidia increíble hacia mi hermano. Ahora, tengo muy curadas ambas relaciones. A mí la Iglesia me ha devuelto a mi familia, tengo más amigos. No he renunciado a novia porque cuando entré aquí, no tenía. Ahora tengo una familia muy grande.
P. Y a ti, ¿Qué te gustaría ser?
R. A mí personalmente me gustaría ser cura. Pero yo creo que tengo un carisma misionero, tengo en el corazón la misión.
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